De acuerdo con diferentes estudios y relevamientos médico-científicos coincidentes, la necesidad de estar hiper conectados, contribuye y valga la paradoja, a dificultar la comunicación en la pareja, amigos, o dentro de la misma familia.
Muchos de los inconvenientes comienzan con la presencia del teléfono sobre la mesa, y la necesidad casi compulsiva de mirar la pantalla, aleja el foco de la conversación, hasta la empatía para con la otra persona con la cual combinaste un almuerzo, cena, etc…
La publicidad de años en cuanto al hecho de “estar en línea” permanentemente como fuente de nuevos contactos laborales y relaciones en general, genera de manera inevitable, innumerables conflictos cotidianos.
La adicción a la búsqueda constante de información, de conexión y el acceso ilimitado a las redes sociales, crearon un nuevo comportamiento que se manifiesta tanto en chicos de edad escolar, jóvenes y adultos.
Una realidad que crece y se potencia día a día y que puedan dañar de manera significativa la vida de cualquier pareja.
Siete de cada diez encuestados señalaron que por mirar el dispositivo no le prestan tanta atención a sus enamorados/as.
La irrupción de la tecnología, la señal de internet a disposición, con su variedad de propuestas, y facilidad de acceso, determinó un fenómeno masivo que no para de crecer.
Lo bueno, como en todo, es encontrar un punto cercano al medio. Y como me decía un familiar los otros días, “cuando salgo con mis amigos, no llevo el teléfono”…
